Marta de Pablos / SEGOVIA
Con motivo del IV Centenario de su incendio la Torre de la Catedral se abrirá al público. El Cabildo de La Catedral está acondicionando la zona para confeccionar un programa de visitas guiadas y así poder contemplar la que fue, la torre más alta de España.
Cabildo Catedral de Segovia
IV Centenario del incendio de la torre más alta
El jueves, 18 de septiembre de 1614, hace hoy 400 años, el pueblo segoviano fue testigo de una pavorosa historia: un terrible incendio ocurrió en la Catedral y acabó con su torre, la más alta de España.
La torre de la Catedral de Segovia, pertenece al primer periodo constructivo y en su edificación emplearon 38 años, desde 1530 a 1568. Las trazas fueron dadas por el maestro de obras Juan Gil de Hontañón que falleció en abril de 1526, siendo su hijo Rodrigo Gil de Hontañón y su aparejador García de Cubillas, quienes dieran la traza definitiva. Su altura alcanzaba los 108 metros y estaba rematada con un chapitel de 80 pies –unos 25 metros de altura- de buen maderamiento con buenas fuerzas y asentado en un cuerpo ochavado. En un principio se pensó recubrir el chapitel con pizarras de Bernardos pero la atenta mirada del entonces fabriquero Juan Rodríguez, hizo que se optara por planchas de plomo. Torre y chapitel realzaban el carácter arquitectónico de la catedral reforzando el espíritu goticista de Rodrigo Gil de Hontañón. Juan Rodríguez, fabriquero de la Catedral durante más de 40 años y verdadero alma de su construcción, nos dice de la torre en el mismo año (1562) que Wyngaerde realizó su dibujo sobre el perfil de la ciudad que “esta torre es más alta que la de Sevilla de la iglesia mayor medida por cordel más de una vez trayda de ella es más ancha que la de Toledo”. Su altura llegaba a los 108 metros, siendo la torre de la Catedral de Segovia, la más alta de España. En cada golpe de cincel que daban los canteros, se materializaba el esfuerzo del pueblo segoviano que innumerable había entregado limosna, trabajo y fervor, mucho fervor. Y así, como el fuego se transforma al elevarse, la verticalidad de la torre se miraba desde la altura, suspendida entre el cielo y la tierra.
Y el fuego, el incesante fuego que todo lo arrasa, cayó en forma de centella sobre la ciudad de Segovia. Era jueves, 18 de septiembre de 1614. Segovia se hallaba inmersa en un ambiente festivo ante la llegada a la ciudad del Rey Felipe III. Por este motivo, los caballeros de la ciudad habían organizado corrida de toros y juego de cañas. En esta antesala festiva y después de la oración: “…empezó a soplar tan grande viento en un nublado espeso que oscureció todo lo que pareció visible y alterándose el aire comenzó la más recia tempestad de truenos, relámpagos y rayos que jamás se han visto en aquella ciudad y estando todos despiertos y muy atemorizados a tan grande estruendo, ruido y fuego, precedió a un luminoso relámpago un temerario trueno y con él un rayo el cual cayó en el chapitel de la torre de la Santa Iglesia Mayor (…) y habiéndose encendido de la llama empezó a correr el plomo derretido como si fueran canales de agua por espacio de tres horas”.
En este momento, la ciudad entera parecía una antorcha encendida que abrazaba toda la ciudad. Las llamas no sólo afectaron a la torre de la catedral, sino también a la Capilla Mayor, sin embargo, las campanas no sufrieron daño alguno. Los mismos vecinos que con su esfuerzo estaban construyendo la Catedral, se afanaban ahora en controlar y acabar la destrucción de su torre. La madera ardió y se consumió, mientras el plomo se derretía. En la lucha titánica entre el fuego y el rescoldo, los segovianos vivieron un auténtico infierno. Segovia entera era llanto y oración. Los segovianos no cesaban en sus sacrificios, oraciones y disciplinas. “Fue así, que empezó una tan temeraria tempestad de agua (…) el agua recia que apagó el incendio”. La ciudad enmudeció y un ambiente de luto y duelo impregnó a sus habitantes.
Al día siguiente del incendio, el viernes 19 de septiembre, la Ciudad –el Ayuntamiento- celebró dos sesiones. En la primera de ellas, los representantes de la Ciudad, acordaron nombrar a dos regidores para que fueran a dar el pésame al Cabildo “por el daño sucedido” y para ofrecer la madera necesaria, procedente de Valsaín, para así reparar la torre. En la segunda sesión se deja constancia del estremecedor sentimiento en el que se hallaba imbuida la sociedad segoviana ante tan lamentable pérdida. Es el Regidor Arévalo de Zuazo quién da fe de ello: “Tengo entendido que los caballeros del lugar quieren hacer juego de cañas y han pedido a la Ciudad les de toros y la Plaza Mayor y porque le parece que habiendo sucedido como el incendio de anoche en la Iglesia Catedral, donde se quemó la mayor parte de ella y porque dé lugar más inclinado a verter lágrimas que a tratar de regocijos, pide y suplica a la Ciudad se sirva de si se debe pedir a los caballeros dejen el juego de cañas pues sus mercedes están tan tristes y lastimadas que con facilidad le dejarán”. Ante esta petición de la Ciudad, los toros y juegos de cañas quedaron suspendidos.
A los dos días del incendio, el sábado 20 de septiembre, los canónigos Luís Coronel y el Arcediano de Sepúlveda en representación del Cabildo de la Catedral se dirigieron a la Ciudad, para dar las gracias. El daño, estimado en unos 50.000 ducados, fue irreparable, sin embargo, toda la sociedad segoviana hizo un importante esfuerzo por devolver a la torre la majestuosidad y grandeza que la había caracterizado. Con las limosnas de las instituciones y el pueblo segoviano la torre de la Catedral, volvió a levantarse majestuosa sobre la ciudad.
Su estructura fue sustituida por la actual diseñada por el arquitecto del barroco segoviano Pedro de Brizuela El arquitecto respetó los cuatro botareles góticos sobre los que se apoyaba la estructura de madera. Este diseño fue ejecutado por Juan de Mugaguren por 11.000 ducados , finalizándose la obra en tres años.
Era jueves, 18 de septiembre de 1614, cuando el perfil de la ciudad cambió para siempre. Hoy jueves, cuatrocientos años después, recordamos este triste acontecimiento que enmudeció a la ciudad y redujo a cenizas, no sólo la torre que se encontraba más cerca del cielo, sino el esfuerzo y devoción del pueblo segoviano.
En este cuarto centenario, el Cabildo de la Catedral, quiere acercar a segovianos y visitantes, el alto valor histórico y patrimonial de este pasado, con la oportunidad de visitar la que fue, la torre más alta de España.